sábado, 15 de septiembre de 2007

Ayer nomás

¿Había algo más odioso que estar tomando un helado –cucurucho, en el mejor de los casos- y que Madre, para evitar que el chocolate en pleno proceso de derretimiento no se derrame sobre manos, vestido, piernas, brazos, le aplicara un formidable lenguetazo? ¿Había algo más decepcionante que ver desaparecer, bajo unas fauces inmensas, nada menos que la MITAD de tu preciada montaña cremosa? ¿Había algo más asqueroso que el espectáculo de aquella pasta sin relieves, aplanada por su lengua, brillosa de saliva ajena? Yo me había olvidado de la desazón que se sentía. Hasta hoy, cuando le arrebaté de la mano a mi pequeña su conito de helado, y se lo devolví en versión pigmea.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí. Había algo más odioso aún,
luego del helado, el pañuelo humedecido en la maternal saliva q te limpiaba el enchastre de la cara.
puaj

ERLAN dijo...

Es que ustedes nunca supieron tomar el helado. En fin.
Ahora voy a contar algo que me pasó cuando era chico. Yo iba al colegio, a primer grado y mi hermano estaba en el mismo colegio pero en séptimo. A la salida, cada día de todo ese año que asistimos al mismo edificio, siempre me compraba una achilata. Aunque mamá siempre decía que no debíamos tomar eso argumentando que hacía mal. Mi hermano no le hacía caso y siempre me daba con el gusto. En mi pueblo, la achilata era un helado de agua y colorante, y no te puedo explicar lo rico que era. No nos preguntábamos quién lo hacía, ni cómo. Eso no importaba. Un día, mi hermano compró una achilata para mí y otra para él. Comenzamos a caminar, yo muy contento con mi achilata, y fue justo cuando salieron corriendo un grupo grande chicos que me empujaron y me hicieron caer toda la achilata al suelo. Mi hermano no sólo los insultó a esos tarados sino que al verme casi estallar en lágrimas me dio la suya. De eso nunca me olvido.

Vir dijo...

Ah! Fati, omití esa parte (qué cabeza la mía) del relato:Fué en el preciso momento en que mojaba con mi propia saliva la servilleta de papel y se la pasaba a mi hija por la boca, cuando supe que iba a escribir este post.
Prats: Me hizo llorar.

Anónimo dijo...

Hay!! anécdotas de helados, me encantan!!me hizo acordar en Saladillo, mi hermano tendría nueve, lo agarraron unos matones como de once a piñas, justo cuando volvía de la heladería, volvió golpeado, pero el helado no lo soltó, todo chorreante, aplastado, pero aferrado a él.Besos, Valeria.

Ivanna Peti Umansky dijo...

Y, si de anécdotas de helado se trata, quién no tuvo la desgracia de que el helado en palito, mas precisamente de frutilla, se quede pegado de inmediato al hacer contacto con la lengua?? Tremendo!

Molina dijo...

Iba a decir algo parecido a o lo de Fati, pero me madrugó. La variante que introducía mi mamá era que, para limpiarme la cara, lo que mojaba en saliva no era un pañuelo sino sus propias manos. Realmente asqueroso.

JB dijo...

yo ODIABA a mi mamá cuando hacía desaparecer mi helado con la excusa de que me chorreaba...siempre pensé: pedite tu helado!!!

hasta que fui madre y ahora que tengo no uno sino dos hijos, pego lengüetazos a diestra y siniestra y lo peor de todo es que termino indigestada y con mis hijos gestando el odio de sus vidas.

eso sí: no les limpio nada con mi saliva, vamos al baño a lavarnos la cara...
beso!

Anónimo dijo...

a mi todos estos comentarios me remiten a sexo oral

Vir dijo...

Pero, venía tan familiar la cosa. Siempre hay algún inadaptado que tiene que venir a poner la cuota impropia.

Pol Capillas dijo...

Solían decir que yo era un niño raro porque no me gustaban los helados, ahí tienen la respuesta.

Pedro Kuy dijo...

Ahora que hablan de madres y de helados, viene a mi memoria la "heladora" que tenía mi vieja. Era un aparato para hacer helados que constaba de un recipiente metálico y un motor con dos espátulas de plástico que se movían lentamente pergeñando el prodigio.
Mi vieja preparaba helado de limón, siempre. Y nunca, aunque esto suene estúpido, volví a probar un helado de limón como ese que hacía mi vieja.

Respecto de las "heladoras" (si es que se llaman así), alguien sabe si siguen existiendo?

Diego de la Fuente dijo...

heladerias de nuestra infancia (o de la mia. o de la nuestra. bah, no se)

heladeria venezia de juramento y cabildo

heladeria riminie de av del tejar

Fidelio, pero el de la plaza, el de cramer era careta

conti, en maschwitz, como olvidarte

Ivanna Peti Umansky dijo...

Pedro, la casa en donde vivo era la casa de mis abuelos y, ordenando cosas encontré, entre ellas, una heladora. Junto con mi ex, la intentamos usar, pero fue un fracaso. Una pena. Si no, te la prestaba.