sábado, 21 de abril de 2007

Lost

El sol enhebra hilos de luz a través de los orificios del techo, producidos por las balas de metralla del último tiroteo.
Detrás de los barrotes de pelusa que flota en el aire luminoso, ella, única sobreviviente de la contienda íntima, sentada a la mesa, clava los codos sobre la madera.
Los ojos fijos en el plato vacío.
Esferas ensangrentadas flotando en un caldo de miedo.
Las dos manos sostienen su cabeza, refugio de pensamientos helados, cavernosos.
Presiona el hueso frontal contra el occipital. La mandíbula baila.
Los dientes, pulverizados de masticar terrones de noche anquilosada, lloviznan.
Pequeños montículos de polvo sedimentan, se depositan sobre la superficie lisa de su asombro.

2 comentarios:

ECADEQUEIROZ dijo...

excelente me encantoo, no se no te conocia que lastima....

Vir dijo...

Gracias... Ahora nos conocemos, pues. Mucho gusto.