martes, 15 de mayo de 2007

Finlandia

Podrías ser la protagonista de una película finlandesa. O sueca. Algo así. Sos lo más parecido que hay a una mujercita gris, cuya vida insignificante no sirve para nada, salvo que se trate de una ficción pergeñada por la mente europea de un director de cine independiente. En Cannes te aplaudirían. No a vos, claro. A tu personaje. Usarías polleras de tweed, camisas con lazo y mocasines marrones. Olerías a jabón de lavanda. El pelo desgreñado, siempre. La luz tenue y mortecina, compuesta por el director de fotografía, dotaría a tu rostro de una complexión áurea. Caminarías en silencio largos travellings por cuadras humeantes y oirías el repiqueteo de tus zapatos sobre baldosas amarillentas. La gente a tu lado, caminaría hundida en sus abrigos, te rozaría casi empujándote, y no repararía en vos nunca. Serían siempre las siete de la tarde, el horario en el que los comerciantes del barrio bajan las persianas de sus negocios, y haría frío. Volviendo a tu casa te encontrarías repitiendo, para vos misma, en un susurro, como si rezaras: quiero mi vida de vuelta, quiero mi vida de vuelta. Una vida hecha de retazos, de saldos, de ofertas desaprovechadas. Harías malabares, por el desfiladero de tu memoria, con todas las oportunidades que perdiste. Y las verías estrellarse, contra el suelo, como naranjas podridas. Sufrirías por causa de un hombre que no te ama. Pasarías largo rato sentada en tu departamento casi vacío, a oscuras, mirando los movimientos recortados por el marco de las ventanas de los okupas del edificio de enfrente . Comerías directamente de la olla alguna comida recalentada, escuchando la voz áspera y dulce como la piel de un damasco de una cantante francesa que te haga llorar. Pasarías mucho tiempo frente al espejo, demorando el ritual higiénico, estudiando tu cara, intentando rastrear la genealogía del deterioro. Te acostarías tarde, sabiendo que desperdiciaste el tiempo y, mientras programaras el horario en que el despertador debería sonar al día siguiente, contarías las horas que te quedan de sueño. No podrías dormirte. Y escucharías el sonido de los pájaros al alba.

(En el mejor de los casos, algún director hollywoodense adaptaría el guión, le pondría puntos de giro, nudo y desenlace y serías Michelle Pfeifer.)

8 comentarios:

JB dijo...

no está tan mal ser la protagonista de una peli nórdica, mejor en parís, la verdad pero una hace lo que puede...mejor que la protagonista tonta de desperate housewives!!!!

y en la vida, las oportunidades nunca se desperdician, una siempre hace lo que puede. espero que sólo sea un lindo ejercicio de escritura.
beso grande,
juli

ERLAN dijo...

Si tuviera una editorial independiente, argentina, que hiciera lindas tapas de colores, publicaría estos texto sin dudar. Y después de su publicación, los volvería a leer.

Old Girl dijo...

Yo sería un árbol, en una de Tarkovsky, hermoso, lleno de vida, de un verde que con el sol parecería una maravilla de Dios, estaría plantada, ahí, bajo el cielo, recibiendo lluvia, y más lluvia, y reverdecería, sería cada vez mejor, más alta, más hermosa. Per tendría un corazón humano que pretendería unas manos humanas: eso no sería posible. Y entonces: mis hojas cada vez mejores con la lluvia, mi corazón cada vez más preocupado por entender qué hace ahí, en un lugar hermoso, pero equivocado.

Anónimo dijo...

Voy a dejar este blok en cualquier momento. Y tal vez me ponga a escribir para adentro. Después veremos. (Por surte las editoriales independientes proliferan.)

UNO dijo...

...eso de andar por las calles, saborear el frío, metérselo en el bolsillo para no saberse nunca demasiado cómodo, para no adormilarse tibio entre las gentes... para saber que está ahí, y que los toca a todos. Legar a casa, poner un disco de Sibelius, prender la precaria estufa, y mientras se calientan las manos violetas acordarse de esa pequeña porción de frío en el bolsillo, el frío personal, particular, único... guardado por uno y para uno para cuando la tibieza acecha.

...algo quería decír, pero no recuerdo qué.
Lindo blog, lindas palabras.

Anónimo dijo...

Gracias por las suyas, Uno.

Anónimo dijo...

Ay por Dios, qué precioso este texto, Ex. Me resuena mucho y se parece a unos últimos que estuve escribiendo, aunque el suyo mil veces mejorado (lo cual no quiere decir que, si persisto, algún día llegue a escribir como usted).
Un placer releerlos a Prats y Old girl comentando por aquí.
y por último -parodiando a Sol- besos de una luciérnaga titilante.

Vir dijo...

Gracias, Lu. Un placer tenerla a usted acá, siempre.