viernes, 22 de junio de 2007

Así comienza

La primera vez que estuve internada en una clínica fue cuando, a los once años, inventé un fuertísimo dolor de estómago porque no tenía ganas de ir al colegio. Mi actuación resultó ser tan verosímil que Madre llamó al médico de urgencia. Durante la media hora en que transcurrió la espera, el temor a ser descubierta me obligó a perfeccionar la técnica del embuste. Me retorcía, aullaba, derramaba hectolitros de lágrimas abundantes y saladas. Cuando el médico por fin llegó, lo hicieron pasar a mi habitación en donde yacía, sobre la cama, mi cuerpo doblado. No llevaba bata, ni uniforme, ni atuendo alguno que denotara su condición de galeno, salvo por el maletín de cuero dentro del cual, después de palparme la zona baja del vientre, sacó un estetoscopio para auscultarme. A esa altura del partido, mi performance había resultado tan exitosa que cuando volvió a hundirme los dedos de modo que casi pudo tocarme los órganos internos, como si mi piel fuera un guante en su mano, pegué un grito de efectivo y real dolor y las lágrimas volvieron a saltarme de los ojos.
Una hora más tarde, la ambulancia estacionaba en la puerta de mi casa. El diagnóstico: una peritonitis que, de no ser operada de inmediato, podía resultar fatal.
Del traslado a la clínica recuerdo poco. Supongo que Madre debió hacer acopio de sus propios artilugios actorales para ocultar frente a mí su preocupación y su miedo. Personalmente, el objetivo principal había sido alcanzado: no sólo estaría evadiendo un día entero de clases sino varios más. Como bonus track, me había convertido en el centro absoluto de atención y en los días sucesivos, era de esperar que se me prodigaran caricias, cuidados y atenciones en grado sumo. Hoy, claro, a la distancia, me pregunto si la mentira adquirió entidad propia o, por el contrario, el dolor era absolutamente real y yo creí que tenía el poder de fraguarlo por propia voluntad.
Me acuerdo de estar recostada en la camilla, temblando un poco, y de la enfermera que me aplicó la anestesia. Me dijo que contara hasta cincuenta. Dejé de contar después del seis, unos segundos antes de dormirme. Quería sentir cómo se disolvía la conciencia en el fondo de ese cansancio inducido, espeso y oscuro. Después, me contaron, salí del quirófano chupándome el dedo. El de la mano izquierda.
La vez siguiente que viajé en ambulancia fue a los veintipico De aquél traslado mi conciencia llegó a apresar sólo algún recuerdo fracturado. Parpadeos apenas. Algunas voces invocando que abriera los ojos, dolor de estómago, náuseas, la palma de una mano golpeándome la cara, un foco de luz penetrando con violencia en la retina. Después del lavaje de estómago, despertar de madrugada en la cama de la clínica, firmarle un papel al oficial que esperaba a mi lado, enfrentar la cara de fracaso y desolación de Madre y los ojos culpables de Padre -por qué-por qué- por qué.
La tercera y última vez que me internaron fue para parir a mi hija. Circunstancia memorable cuya trama, susceptible de ser evocada una y otra vez con puntillosa meticulosidad, constituye la síntesis de mi felicidad.
(Continuará)

10 comentarios:

Vir dijo...

Qué mejor que un post que termina prometiendo una continuación para terminar, definitivamente, con este blog. Ya sé. Vengo amenazando desde el principio con suicidarlo. Y no cumplo. Es tan fácil acceder. Escribir cualquier pavada. Publicar. Ahí reside su maravilloso secreto: se puede publicar sin ningún esfuerzo.Pero basta. Finito. Caput. Es el maldito tiempo libre. Es este incesante devaneo por blogs y blogs y mas blogs. Y, dios, hay gente tan canchera, tan inteligente (casi que parece ser un requisito haber ido al Nacional Buenos Aires para escribir con chispa, humor e ironía, mechando muchas palabritas y expresiones en inglés, muchos "man, no dá", o "tipo qué" o "bueno, nada eso", mucha coloquialidad y fino ironismo. Y si después hiciste la carrera de letras. voilá!) Sobran. Blogs, escritores, aspirantes a. Pero sobre todas las cosas en este mundo, la que sobra soy yo. Bueno. Tal vez no yo. Pero si este blog. Así que, adieu. Volveré a garabatear cuadernitos Rivadavia. Con suerte.

ERLAN dijo...

Noooo...

H de K dijo...

Lástima, espero que sea lo mismo que yo digo acerca de dejar de fumar y otras yerbas. Actos fallidos. Con respecto a sobrar, nunca somos suficientes en el universo. Los que escriben bien son unos malditos ladrones, alguien siempre los termina descubriendo: Ej: "Dias extremadamente largos" frase genial para un blog; Yo mataría por una frase parecida. EL otro día leyendo a Sartre en la Nausea me topo, antes de arrojar el libro a un gato que cargoseaba desde la ventana, con la maldita frase. Ergo: todos los cabrones que escriben bien son unos thiefs del carajo(espero que sirva el sofisma para levantarte el ánimo, la pucha)

Pol Capillas dijo...

y seguro que no vas a entrar a cada rato para ver si alguien escribio "Nooo, ex no te vayas, te queremos"...
Si sos macha de verdad elimina el blog, a ver... a ver, eh, a ver??
cariños
p

Anónimo dijo...

Peor que todo lo que acabás de nombrar es estar a punto de decir todo eso y que nadie te diga nada. Oeri sí. A ver, sabés que sos buena en lo que hacés y yo creo que tu escritura es demasiado para un blog. Pero opinar acá es tan mierda, tan poco serio.
Sí, es verdad q está lleno de ex alumnos del Bs. As., inteligentes, jóvenes, lindos y rubios también, pero vos sos especial Ex, carajo.
No te vayas.

Anónimo dijo...

lo peor es que yo digo eso en mi blog y aparecen anónimos que me dicen ¨andate pelotuda, te odiamos¨. No sé, me está dando asco y miedo esto del blog.

Félix dijo...

Hola, la verdad me quedé muy impresionado por tu relato. Me quedé con la duda de qué pasó cuando descubrieron que no había pasado nada de nada.

Llegué a este blog leyendo la Revista Ñ y el cuento que salió publicado el 09/06/2007. La verdad me gustó mucho y me sentí identificado mucho con el cuento.

Bueno, me hubiera gustado llegar más temprano y no para el velorio y posterior entierro de este espacio.

Saludos cordiales.

H de K dijo...

che parece que va en serio. Bueno, sostengo el candil por la princesa Diana.Por otro lado ¿No estarás segura de haber ganado el clarin novela? Saludos che.

Diego de la Fuente dijo...

que-no-se-termine!
que-no-se-termine!
que-no-se-termine!

Pedro Kuy dijo...

Lástima, porque insensiblemente, ahora, cuando tengo un ratito y cuando no lo tengo también, me pasa que en lugar de leer un libro me siento ante esta máquina y me pierdo en blogs.
No sé. He ido cambiando de hábitos. Pero (por ejemplo) el relato LA OTRA MIRADA está entré lo más lindo que leí, en esta insólita ciudad a la que accedo por la ventana de mi monitor.
Curson Mc Cullers. De pronto pienso en ella al recorrer tu prosa. O Hebe Huart, también. No sé.
Pero lo cierto es que me gusta tanto!
Trato de evitar entonces ser un adolescente,a mis treinta años (y no poner oraciones como esta: "Pero lo cierto es que me gusta tanto!") pero no lo consigo. Caigo dentro de mí, caigo en Cortázar, en mis primeros padres,y me quejo.
Por otra parte, nada. Está muy bien. Pero nunca te había dejado un comentario y hoy era necesario que lo hiciera.
Sí.