jueves, 11 de octubre de 2007

Aquí yace una lasaña

No sé. Es un título que se me ocurrió. Porque quiero estar de moda, tal vez. Porque nadie me explica en qué consiste. Porque hoy las palabras rebotaron contra las paredes de mi cerebro y yo fui una sierra dentada, redonda, desplazándome por la ciudad, arrojada después de girar en el aire degirar en el aire y, desatornillada, volé. Porque pensé en diferentes técnicas para lograr un suicidio eficaz. Tuve que trabajar. Y lo hice. Lo hice. Pero antes, en la calle, vidrieras. Maniquíes con vestiditos de comunión, de novia, esmókings. Perfumes. Artículos de librería. Ropa para niños. Ferretería. Y, mientras tanto: enroscar una soga en mi cuello y colgarme, acariciarme las venas con una navaja, tirarme de la ventana de un rascacielos, tomar una sobredosis -pero efectiva- de pastillas, meter la cabeza en el horno. Y hablando de todo un poco, caminar a casa en lugar de tomar un colectivo no es en absoluto económico para mi. Se pasa por delante de muchas librerías cuando el camino elegido es la longitudinal calle Corrientes. Se pasa, se entra, se hojea, se pregunta precio, se compra. Una ha dejado de comprar de todo -una, que fue una esposa mantenida y que nació en cunita de oro, princesita rusa, princesa judía mecida por el traqueteo del tren que pasa a unos metros de la propia ventana en dirección a la estación Belgrano R.- ha dejado de comprar María Cher, de comprar café en Bonafide, pasta De cecco, de tomar taxis, de comer tomates. Se mudó a Balvancha. Pero no deja de comprar libros. Compra, si. Lo cual no significa (no, de ninguna manera significa) que los lea. Entonces compra Sylvia Plath. Porque siempre quiso sus libros de poemas y sus diarios y su toda ella. Y su cabeza en el horno y esa clase de infelicidad y cree (ella, ahora yo soy ella) que junto con Flora podrían ser las Inconmensurables-Suicidadas-Del-Mundo (a Alfonsina no la invitamos, no). Y debo confesar algo, ya que estamos en este plan: me he vuelto adicta a los chocolatitos:1. Estoy empezando a creer que voy en férreo camino hacia el alcoholismo: 2. Ninguna de estas dos cosas son para nada recomendables teniendo en cuanta que hay que cuidar la silueta, que en poco tiempo se viene el verano, que por lo menos a una pelopincho te van a invitar. Ay, qué épocas, pelopincho.

14 comentarios:

Anónimo dijo...
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Ale Ventura dijo...

qué simpático el comentario de anónimo, así da gusto, eh?

Me pregunto porqué habrá concluido que sos gorda. Y además, si lo fueras, eso te haría más insultable?

Me gustó la lasaña.

marina k dijo...

compartimos la adicción al chocolate y el camino recto hacia el alcohol, y sí, ahora que se viene el calor (dónde está? cuándo llega?) eso podría ser un problema.
por otro lado, si podés conseguí Sylvia, una película sobre Plath que está buena. Yo la conseguí en un video trucho, pirateada. Igual guarda, la recomiendo ver con un chocolate, después de un vino, y en un abrazo, porque es un poco triste.

BGF dijo...

Lo de meter la cabeza en el horno es muy vírgen-suicida, pero no deja de ser trágico-gracioso...

Pedro Kuy dijo...

Preciosa. Porque, cómo puedo decirlo de otro modo? Siempre que vengo por acá tus textos me ofrecen más de lo que busco. Hay algo íntimo en cada uno de tus textos. Celebro esa intimidad, ese secreto, que recorro con ojos impasibles hasta la última letra.
Sylvia Plath? Está muy bien leer a Sylvia Plath, o por lo menos comprar un libro de ella.
Habría que escribir acerca de eso, de los libros que uno compra y que no lee. En mi caso, son casi todos los que adornan mi florida biblioteca... Los empiezo, sí, pero después algo sucede en torno a mí y termino abandonando el libro y dedicándome a algún otro menester.
En cuanto al alcoholismo, yo voy por la segunda cerveza, ahora, y te confieso, Vir, que me costó bastante tiempo decidir qué iba a hacer con mi tarde, pero acá estoy, a la altura de la segunda cerveza y comentando.
Gracias por tu título, gracias por tu prosa.

Vir dijo...

¿Sabés, Marina. que la quise ver pero no la consigo? Berti: me alegra que se perciba el tono trágico-gracioso. Y Pedro: usted es demasiado amable con migo. Gracias.

V dijo...

Genial siempre....no se, siempre te digo lo mismo, pero yo vengo aca leo y siempre me gusta.
Muy bien Sylvia Plath, una pena lo de Maria Cher...
te saluda, la otra V
adicta al chocolate
muy amiga del alcohol en soledad tambien.

Alfil Negro dijo...

un brindis, ya que estamos?

marina k dijo...

vir, en el video de la vuelta de mi casa está. la alquilo un día de esos que te la puedo hacer llegar y te la mando. después vuelve, la devuelvo y listo.
pero asegurame que tenés el chocolate, el vino y el abrazo. :)

gabrielaa. dijo...

en su momento, me dio para traducir esto, justamente ;-)

http://mitakuyeoyasinn.blogspot.com/2007/07/sylvia-plath.html

Vir dijo...

Hermoso, gabrielaa. Tantas gracias. Ariel es precisamente el libro que compré y devoré- (Ay, cómo me gustaría leer traducido el texto ese de Djuna Barnes...)

gabrielaa. dijo...

eso de Barnes son fragmentos de Nightwood [El Bosque de la Noche]: está bastante agotado, pero cada tanto lo encuentro en librerías de usados.

si me pongo las pilas, quizás, en una de esas noches de alcohol y teclado... :-)

Anónimo dijo...

Estoy sospechando que el anónimo conchudo es alguna amiguita de letilet. O letilet misma.

lalocadearriba dijo...

Hay una gran duda: El acto suicida, es una cobardía o propia de los valientes...como fuera, prefiero seguir con la duda, me gusta el chocolate, un buen vino y un buen libro.
Te descubrí hoy y ya se me hizo tarde para cerrar mi barcito en Palermo. Mañana sigo y de verdad que lo que escrbís es muy bueno, y aparte me gusta. Gracias, Marcelo.