miércoles, 3 de octubre de 2007

Yo-Fui-Testigo

El domingo pasado, Radar le dedica su tapa a los cuarenta años de La Lugones del San Martín. Escriben una serie de intelectuales típicamente Página 12. Saccomano, Pauls, Rep, Feinman, Fresán. Bueno, y Wolf en comodato (una gentileza de Ñ). Yo no seré ninguno de ellos, pero me acuerdo perfectamente de la primera vez que visité la sala (no voy a describir el color de la alfombra, ni las paredes recubiertas de madera, ni el programita detallado, porque ya lo hicieron casi todos).
Mi amiga Maru se había quedado a dormir en mi casa. Teníamos diez años. A la mañana siguiente, sábado, Madre nos promete una salida especial: ir al cine. ¡¡Siii!!! Iupiiiii!!! Al cineeeeee!!!! ¿A ver a los Parchís? ¿A ver La historia Sin Fin? ¿Una de Mickey? (Fantasía no, por favor, me aburre. Perdón Rodrigo), a ver... Ivan el terrible, de Eisenstein. ¿Iupi?. ¿Y ese? Ah. Un Ruso. Ah. Muda. Ah. Blanco y negro. Bué. Vamos. (Tá bien, si, no puedo no hablar del ascensor. Ya sé que ese fue un tópico común también). Sacamos la entrada en la boletería. Hicimos la cola. Subimos en ascensor. (Para mi, de lejos, lo mas emocionante de toda la salida). La sala no era distinta de otras salas. Es decir: ahora resulta particularmente anacrónica porque existen los villages, los hoyts (A los que amo. Salvo por el pochoclo, Ok, y por esos tacos hediondos, Ok, pero, por Dios, ¡sonido surrownd!). Nos sentamos en esas butaquitas tapizadas de cuerina. Se apagan las luces. Ahora viene el momento en el que cuento cómo ver a los diez años una de Eisenstein me cambió la vida. Cómo “Iván el terrible” fue una película emblemática para mi. Cómo descubrí mi vocación y cómo ese día empezó a perfilarse mi gusto cinéfilo. Cómo las imágenes penetraban en mi reina y me arrancaban lágrimas de emoción. Cómo se me reveló un secreto oculto, sagrado. Cómo me conmovieron esos rostros épicos. Cómo fui transportada a través del tiempo. Cómo lamenté que la proyección cesara.
Pues no. Resulta que me aburrí como un hongo. Resulta que le pregunté a Madre, cada diez minutos (con suerte) cuándo nos vamos. Que hubiera preferido al Topo Gigio toda la vida (aunque lo odiara, sobre todo porque me mandaba a la cama cada maldita noche). O una peli de Burbujas, de lejos, mi programa de TV favorito, o ir a ver una obra de Midón. A la infancia de Iván, la volví a ver de adulta. Y al Acorazado Potemkin y a cientos de películas mas. Muchas de ellas en la Lugones, sala que, a pesar de esa primera experiencia traumática (se sabe: Madre no se privaba de nada. A los doce me estaba regalando Rojo y Negro y Madame Bovary) volví a visitar –sigo haciéndolo- innumerables veces. (A popósito, Pauls: la del montgomeri azul en la de Pialat soy yo! Ey, soy yo!). Por suerte, después del bodrio ruso, nos llevó a La Paz. (Todavía no la habían reformado. Faltaba mucho) Donde, tomando café con leche ycomiendo medias lunas, nos contó a mi amiga y a mi cómo, en ese café, ella se juntaba con sus amigos a discutir sobre literatura y política. (Dice la leyenda que fumó porro con Tanguito en la cueva, pero andá a saber).

7 comentarios:

Pedro Kuy dijo...

No leí la nota de Radar, pero durante mucho tiempo la sala Lugones era para mí un destino preferido.
Por lo general yo no tenía un mango (como ahora) pero la entrada era muy barata y uno podía ir hasta el paseo La Plaza y ahí costaba la mitad.
En la Lugones vi buena parte de la obra de Bergman, de Kitano, de Wim Wenders, los tanos de la Nouvelle Vague, Ripstein, La lista sería infinita.
Mucho cine oriental y alemán y raro.
Ahora hace años que no paso por ahí.
Acaso vaya alguna de estas tardes.

En otro orden de cosas, tu vieja fumó porro con Tanguito?
ESo es épico.

UN placer leerte.

JB dijo...

buenísima la historia....yo desde acá, leí bastantes notas el domingo y sí, deberían haber editado lo de la pared de madera.

es cierto que ahora es una sala anacrónica pero hace no tanto era una sala común...

deberías escribirle a pauls!! que se sepa...

beso grande
juli

marina k dijo...

qué bueno este post,
pienso en esas cosas que nos dan los padres y nosotros masticamos como "qué generosos, me llevan a la lugones a los x cantidad de años" y quizá no, quizá es que quería ella ir a la lugones, y dijo "me voy con las dos nenas", o algo así, sin pensar "mirá lo que le estoy mostrando", pero un poco con todo eso nos muestran su universo y nos lo dan y nos educan, justo ahí cuando no sabían con quién dejarnos para que nos cuiden un domingo a la tarde, y cuando para nosotros fue un garronazo ir.
todo este nosotros es porque.. bueno, se entiende, cierta estructura familiar común.

Pol Capillas dijo...

DONDE DICE: "...las imágenes penetraban en mi reina y me arrancaban.." V. QUISO DECIR: "...las imágenes penetraban en mi RETINA y me arrancaban... "
De nada!
p

Anónimo dijo...

Ya estaba bastante mayorcito cuando fui por primera vez a esa sala.
No fué con madre, ni con padre, ni ningun familiar, ni ningun amigo...
Fué con él. Vimos un documental, música electrónica en europa del este... Y fué de las primeras veces que me agarro la mano, cuando apagaron la luces. Toda la peli, agarrados de la mano.

Pedro Kuy dijo...

"Tanos de la nouvelle vague"!!!

Donde dije tanos quise decir franceses.

Esas cosas me pasan por pedante.
Saludos.

gabrielaa. dijo...

tu Madre suena tan parecida a mí... no seré yo, no? :-)